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Tentativas de libre prensamiento

Tentativas de libre prensamiento El librepensamiento es el ejercicio consciente y esforzado de la libertad de pensamiento, la independencia de juicio, el adecuado uso de la razón y la sin razon para entender el mundo, la existencia individual y colectiva. Es pincel del arte de vivir, es la base del muy antiguo y noble oficio de ser Hombre, de pretender ser humano hasta sus últimas consecuencias.

El librepensamiento es ingrediente necesario hacia la libre acción, la libertad para actuar, la subversión a la inhumanidad, a la aniquilación, es la voluntad vital de mover, empujar y dirigir la existencia, con las limitaciones, adaptaciones, riesgos que le son propias a la vida. Con ellas hay que lidiar. Ha de lidiar con su miedo, su perversión, su comodidad, su soledad, sus prejuicios, su educación, su pasado, sus emociones, sus recuerdos, sus vicios, sus sentimientos, su frustración. En suma, es la búsqueda esforzada, franca, cauta y recelosa de la díscola Verdad con mayúscula que anima al ser humano, por mero hecho de ser humano. Sin búsqueda, no hay hombre, no hay humanidad.

Es una decisión ética, un negarse a ser indiferente. En la zozobra existencial, navegar o ir a la deriva, naufragar en el intento o naufragar por no intentarlo, es la suprema libertad. Decidir achicar velar, tomar el timón, iniciar la singladura es el primer acto de libertad. En cambio, ir a la deriva, es el último. La muerte.

El librepensador explora, investiga, se lanza a la caza, con mas miedo que vergüenza.

El librepensador tiene una fé que no tiene nombre de dios. Cree en el ser humano incluso en su miseria. El librepensador necesariamente profesa la fé del Hombre. Si no tuviera está fé, no creería en su libertad como hombre, no creería en la posibilidad, no creería en que en este mar, no se trata de que no haya olas, que es el cielo de los ingenuos, sino en cómo navegarlas. No se trata de vivir en un paraiso sino hacer de la vida un paraiso. Y sin embargo, en su fé le asaltan dudas y contradicciones, como le asalta al explorador que recorre el piélago y no encuentra isla donde conformarse. El explorador busca para encontrarse.

Las reposas tienen cuevas, pero el hijo del Hombre no tiene donde reposar su cabeza. Cuando el hombre encuentra cueva, deja de serlo, se desnaturaliza, se animaliza, se aniquila.

Porque cree en el Hombre, no es presto el librepensador en creer a los hombres, y las cosas de los hombres. Desconfia prudentemente de los caminos trillados, desconfia hasta de sus propios cálculos cartográficos, ¿cuántos más lo ha de hacer con lo que vienen otros a decirle? Por eso el librepensador parece un rebelde porque incluso en su ignorancia desconfía prudentemente. Todos, igualmente ignorantes, confian pero él no. El librepensador se reserva el derecho de discrepar incluso cuando aún no ha encontrado razones para ello, o precisamente por eso.

El librepensador es esceptico hasta de su fé. No se agarra a su fé porque no vive para su fé. Tiene fé para vivir lo humamente posible. Incluso cuando habla de ella, la desprecia. Los budista lo dicen de esta manera: “cuando hables del Buda, lávate la boca con jabón”.

El mayor escepticismo la tiene cde aquellos que dicen que no puede entender, o que hace falta algo que solo la gracia concede, de quien le insiste en que confie en él, sin preguntar, sin encontrar razones para ello. Aquel que dice “ten fé en mi, liberate de tu carga”. Cada cual su cruz así reviente.¿Por qué liberarme de lo que me da la vida? Por eso el librepensador no se amanceba con las autoridades que todos respetan. Él no es elegido a sentarse a la derecha del buen rey sino es el que elige sentarse a la derecha del rey. Y por eso el rey, le aprecia.

No le escoge dios entre los mejores, sino él escoje a dios.

Ser humano es difícil y raro. La rareza hace del librepensador un trasgresor molesto. Cada cual su cruz así reviente
25/04/2005

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